Sinopsis:
Javier Mascherano, la biografía. “Mascherano es un producto de su trabajo disciplinado, y el empleado del mes de su jefe más letal: él mismo. Y es, en muchas dimensiones, uno de los mayores exponentes de ese laboratorio fantástico que comandaron José Pekerman y Hugo Tocalli en las selecciones juveniles. Jugó más de seiscientos partidos televisados y documentados en alguna planilla y varios cientos antes de ser profesional. Y su trayectoria tampoco tiene el vértigo y los raptos de furia de otras. Porque Javier ha cultivado en toda su carrera el rol del baterista en cada grupo en que le tocó actuar: es el que marca el ritmo, el que controla desde la retaguardia y también el que se pone de pie y aporrea el redoblante cuando hace falta”, escriben los periodistas Alfredo Ves Losada y Andrés Eliceche sobre el protagonista de Jefe. La descripción no podía ser más precisa. Y es apenas un botón de muestra. La biografía de Javier Mascherano resulta impostergable. Por el trabajo de reconstrucción riguroso, por las muchas historias que cuenta el propio jugador, porque sus confesiones ayudan a entender por qué es quien es, y por el texto: entretenido y elegante. Se puede ver en acción al chiquilín nacido en San Lorenzo, al que nunca fue de pedir cosas ni de tener muchos juguetes porque le alcanzaba con una pelota para divertirse, al que jugaba en Renato Cesarini, al que llegó tarde y avergonzado a su primera citación en una selección nacional, al que brilló en River y hoy lo hace junto a Lionel Messi en Barcelona, al que comandó a la Argentina en el último mundial.
Los autores confiesan que encararon este trabajo con la certeza de que debían “esquivar la tentación de rendirse ante la concepción ingenua del gran hombre predestinado y de inferir que en la forma de acomodarse en una cuna se perfilan los rasgos de una trayectoria”. Tal vez por eso es que consiguieron contar como nadie la historia de un jefe que ya dejó su marca en el césped y jura que aún guarda energía para ir por más.
Los autores confiesan que encararon este trabajo con la certeza de que debían “esquivar la tentación de rendirse ante la concepción ingenua del gran hombre predestinado y de inferir que en la forma de acomodarse en una cuna se perfilan los rasgos de una trayectoria”. Tal vez por eso es que consiguieron contar como nadie la historia de un jefe que ya dejó su marca en el césped y jura que aún guarda energía para ir por más.
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