Sinopsis:
Pélissier, ganador del Tour de 1923, protestaba contra la dureza del reglamento: «Pronto nos colocarán plomo en los bolsillos». El pequeño Robic, ganador del 47, se cargaba de plomo para bajar más rápido. Para el autor, la magia del ciclismo nace siempre de ese misterio que existe más allá de la frontera del sufrimiento, y el sufrimiento que impone el Tour es de plomo, como lo es el empeño de los ciclistas.
En ese equilibrio se mueven los dieciséis episodios de este libro en el que se descubre la cara B del Tour de Francia, desde las victorias y derrotas más legendarias hasta las malandanzas de los primeros corredores del Tour; historias trágicas como las últimas 40 pedaladas de Tom Simpson antes de morir en el Mont Ventoux o divertidas como la de Vicente Blanco, un cojo bilbaíno que se dopaba con bacalao y que pedaleó hasta París para salir en el Tour.
Anécdotas que destacan la épica y el sufrimiento del ciclismo pero también la generosidad y gentileza que se desprenden de este deporte. Los duelos memorables entre Coppi y Bartali, Anquetil y Poulidor, Kübler y Koblet, Merckx y Ocaña o las hazañas de Induráin, Hinault y Amstrong, pero también el reconocimiento a las figuras menos visibles y reconocidas como Walkowiak, que se arrepintió de ganar el Tour, o el argelino Zaaf que a las puertas de ser el primer africano en ganar una etapa del Tour se emborrachó y cayó mareado.
En ese equilibrio se mueven los dieciséis episodios de este libro en el que se descubre la cara B del Tour de Francia, desde las victorias y derrotas más legendarias hasta las malandanzas de los primeros corredores del Tour; historias trágicas como las últimas 40 pedaladas de Tom Simpson antes de morir en el Mont Ventoux o divertidas como la de Vicente Blanco, un cojo bilbaíno que se dopaba con bacalao y que pedaleó hasta París para salir en el Tour.
Anécdotas que destacan la épica y el sufrimiento del ciclismo pero también la generosidad y gentileza que se desprenden de este deporte. Los duelos memorables entre Coppi y Bartali, Anquetil y Poulidor, Kübler y Koblet, Merckx y Ocaña o las hazañas de Induráin, Hinault y Amstrong, pero también el reconocimiento a las figuras menos visibles y reconocidas como Walkowiak, que se arrepintió de ganar el Tour, o el argelino Zaaf que a las puertas de ser el primer africano en ganar una etapa del Tour se emborrachó y cayó mareado.
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