viernes, 3 de junio de 2016

Orígenes del fútbol sevillano (Juan Castro Prieto)


Sinopsis:

En 1941 las tropas alemanas lanzaron una gran ofensiva en el Norte de África mientras se preparaban para la gran invasión de la URSS. El régimen militar instaurado en España tras la Guerra Civil se alinea con las Fuerzas del Eje, Berlín, Roma, Tokio, que se enfrentan a Inglaterra y sus aliados. A los delanteros sevillistas se les empezó a denominar los Stuka (bombardero en picado), dada la admiración que producía en el pueblo español la letal arma alemanda que bombardeaba a los británicos. En este contexto se publica el primer libro sobre Historia del Futbol del Sevilla F.C. escrito por Arturo Otero, que decidió, motu proprio o aconsejado, omitir la tradición del futbol británico en la Sevilla del siglo XIX. Ese mismo año la Delegación Nacional de Deportes encabezada por el General Moscardó y “velando por la pureza lingüística nacional”, decide suprimir, entre otros, todos los nombres de tradición británica. El Sevilla Foot-ball Club jamás volvería a recuperar su nombre. El Real Betis Balompié volvería a obtener el título de Real que había perdido en la República. El nuevo régimen declaró tácticamente la guerra fría a los británicos, revisando la historia y alentando el nacionalismo con el intento de recuperación del Peñón de Gibraltar para el Estado Español. El Fuero de los Españoles implicaba en la práctica implicaba en la practica la prohibición de manifestaciones religiosas que no fueran católicas. El 3 de marzo de 1953, un grupo de fanáticos religiosos entró en la Capilla Protestante de San Basilio agrediendo a su Pastor y rociando con gasolina el recinto, al que posteriormente prendieron fuego, quedando la Capilla, prácticamente derruida.

La conservadora prensa sevillana no dedicó ni una sola línea al atentado y los hechos quedaron ocultos. Poco a poco toda referencia a los británicos en la ciudad Sevilla se fue perdiendo. En septiembre de 2005 un Estudio de Detalle del Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla pretendía convertir en la práctica, el antiguo “Cementerio de los Ingleses” de 1854 en zona de ajardinamiento, perdiéndose con ello, de haberse conseguido, uno de los últimos recuerdos de la olvidada memoria británica de Sevilla.

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