Resumen:
¡Que viva México! Y... ¡Que viva el fútbol! Los dos juntos y a la vez. Para celebrar historias. Para festejar ese profundo amor de un pueblo entregado a su Dios: el balón. Porque entender este juego es hilvanar relatos íntimamente ligados al sentimiento de un pueblo que destila pasión por sus venas. Aquí, entonces, descansa la génesis de este libro. Bien desde las entrañas de un narrador de cronologías. De un buceador de testimonios y semblanzas cuya originalidad resulta atractiva y sorprendente.
Somos un país guerrero con y sin la pelota, que se ha vuelto infaltable en la geografía mundial por sus peculiares historias, equipos y personajes que han matizado su estructura. México inauguró los Mundiales y los octavos de final fueron su techo. La tan mentada maldición del quinto partido contada y padecida por sus aficionados. Porque Barrón despertó a los gigantes dormidos del pasado y a los demonios que quedaron escondidos en las historias oscuras. Por eso existe la palabra Cachirul, que en este país significa hacerse pasar por alguien que no es. O la aldea cementera de Cruz Azul que vive bajo un cielo encapotado. También la historia de un hombre sin brazo que jugó al fútbol profesional o la dolorosa travesía de los inmigrantes de Centroamérica. De todo esto versa este libro.
Fuimos la primera nación en albergar dos Copas del Mundo, quizá las mejores que se han disputado en esta Tierra. Fue México ‘70 la sublimación de Pelé y México ‘86 la consagración de Diego Armando Maradona. Un halo de luz nos distingue. El mundo nos mira con respeto. Y la memoria impulsa con el corazón esta obra que no es más que una sucesión prolijamente encadenada de relatos de nuestro fútbol casero y del balompié mundial. Bien 'Made in México'.
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