Reseña:
En el argot futbolístico, un jugador canchero no es siempre un virtuoso. En cambio, es aquel que sabe qué hacer en un partido y cuándo hacerlo; el que conoce la cancha y sus momentos, sus tiempos caprichosos; el que toca de primera cuando hay que hacerlo y el que la pisa, la guarda, la congela cuando es preciso. El canchero se las sabe. Es dúctil o duro según se necesite y es confiable porque la experiencia lo ha forjado a base de patadas y sudores. Sobre todo, es confiable porque confía en sí mismo, en lo que sabe, en lo que los cientos de partidos jugados han imprimido en su memoria. En Canchero, Rafael Giles demuestra que el adjetivo vuela por encima de las canchas de futbol: sus personajes son cancheros para seducir a una diplomática checa en la habitación de una embajada o para sortear retenes policiales en una frontera incendiaria; saben cuándo encender un toque y cuándo escapar de una clase de piano para echar la reta en el parque México.
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