Reseña:
Diego Pacheco o Pache, como lo conocen los cercanos, nos introduce en el rugby a través de su mirada y de las anécdotas vividas junto a innumerables compañeros de aventuras. Desde sus comienzos en el colegio La Salle Florida hasta su llegada al Hindú Club de Don Torcuato, su segundo hogar, donde descubrió que este deporte era motor de cosas imposibles que con el paso del tiempo se transforman en una forma de vida que te ayuda a superar las adversidades que se nos presentan en nuestro día a día.
A través de sus anécdotas y vivencias, Pache nos invita a disfrutar de un viaje a través del tiempo junto a los mejores compañeros de aventura posibles, aunque siempre protegidos bajo el ala de los grandes maestros que tuvieron desde muy jóvenes, quienes les transmitieron y aun lo siguen haciendo, el valor de tener un club de rugby como refugio frente a los diferentes conflictos que nos enfrentamos a lo largo de nuestra vida.
Esa forma de ver el rugby de una manera tan particular lo llevaron a entrenar numerosos equipos aquí en España, pero siempre con el distintivo de lo que fue su aprendizaje en el lejano Don Torcuato. Un auténtico reto debido al diferente contexto que se encontró en el rugby español, algo que lo llevo a transformarse en un entrenador y educador particular, en cuanto al trato y reconocimiento de los cientos de jugadores que pasaron bajo sus órdenes.
Pache reconoce que ese es su máximo tesoro, algo imposible de medir debido al valor sentimental que esa inolvidable experiencia adquiere con el paso del tiempo.
A través de sus anécdotas y vivencias, Pache nos invita a disfrutar de un viaje a través del tiempo junto a los mejores compañeros de aventura posibles, aunque siempre protegidos bajo el ala de los grandes maestros que tuvieron desde muy jóvenes, quienes les transmitieron y aun lo siguen haciendo, el valor de tener un club de rugby como refugio frente a los diferentes conflictos que nos enfrentamos a lo largo de nuestra vida.
Esa forma de ver el rugby de una manera tan particular lo llevaron a entrenar numerosos equipos aquí en España, pero siempre con el distintivo de lo que fue su aprendizaje en el lejano Don Torcuato. Un auténtico reto debido al diferente contexto que se encontró en el rugby español, algo que lo llevo a transformarse en un entrenador y educador particular, en cuanto al trato y reconocimiento de los cientos de jugadores que pasaron bajo sus órdenes.
Pache reconoce que ese es su máximo tesoro, algo imposible de medir debido al valor sentimental que esa inolvidable experiencia adquiere con el paso del tiempo.
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