Resumen:
Diego fue muchos Diegos y vivió muchas vidas, pero por cada uno que fue, hubo varios más que no fueron. Fue genio imperfecto, Dios para muchos, diablo para unos pocos y el mejor futbolista de la historia, esa que sí es una sola. También fue conductor de televisión, entrenador, protagonista central de la farándula, actor político, embajador de UNICEF y de la FIFA, Maestro inspirador de sueños de la Universidad de Oxford y referente para millones de personas en todo el mundo. Fue el Pibe de Oro, el Pelusa, el Barrilete Cósmico y se convirtió en D10S mientras fue objeto constante de un riguroso escrutinio público sin precedentes, que no conoció ni conocerá de grises.
Hay un Diego para cada circunstancia de la vida, y él lo sabía: “No es fácil ser Maradona, pero me encanta, me gusta, me apasiona ser lo que soy. Y voy a seguir siéndolo, a pesar de que les duela a muchos”. Diego fue él, sus circunstancias y también una historia que siempre invita a recorrer otros laberintos. Incluso el de la historia contrafáctica, que puede resultar ciencia ficción o incluso una pérdida de tiempo para algunas personas. Hubo un Maradona entendible por las cosas que realmente le pasaron, pero también hay otros que viven en esos universos paralelos en los que se puede estar y no estar al mismo tiempo.
El futbolista jugó su último partido el 25 de octubre de 1997 –5 días antes de cumplir 37 años– pero nunca dejó de ser jugador, aunque tuvo una despedida formal en 2001. Antes de aquel homenaje, trascendió que estaba pensando seriamente en volver a jugar al fútbol y que no estaba dicha la última palabra. En una entrevista publicada en la web de la FIFA, decía: «Todavía me duele y no puedo creer que no pueda jugar más. Porque aún siento el fútbol en todo mi cuerpo, en la cabeza, en el corazón, en el estómago, en las piernas, en los pies. Era muy feliz mientras jugaba».
Este repaso pretende que Maradona siga siendo, en presente. El viaje los invita a un recorrido por 37 equipos –la edad que cumplió enseguida de su retiro– 12 países y 3 continentes que en algún momento de 5 décadas diferentes creyeron que podían tener al 10 en sus filas. En cada una de estas historias cabe preguntarse ¿qué hubiese pasado sí…?, una pregunta que abre múltiples posibilidades en un universo infinito. Diego fue muchas cosas y pudo haber sido muchas más, por lo que pensar a los Diegos que no fueron no es más que una invitación a imaginar aventuras del superhéroe en escenarios alternativos o a trazar paralelismos con lo que realmente ocurrió.
Como un viajero en el tiempo; su vigencia deportiva se mantuvo a lo largo de casi 40 años entre lo que hizo dentro de una cancha y las posibilidades de haber sido jugador de un montón de equipos, rumores que aparecieron y otros equipos que aparecerán al seguir buceando en las historias de mil vidas en una y mil más que no llegaron a ser. Según la época, algunos de esos interesados pudieron llevarse a Dieguito, otros a Maradona, otros al Diego y otros al Diegote. Todos ellos quisieron que jugara para siempre y él, nunca dejará de ser jugador ni de estar vivo, ni de ser, ni de estar naciendo en nuevas historias.
“Me gusta ser Diego, Pelusa, Maradona, hijo de puta, bueno, normal, ignorante, me gusta ser como soy”.
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